martes, 27 de abril de 2010

¡SALVE GRAN BARDO!

Salve MAESTRO, TU QUE NOS ENSEÑAS A SER LEALES HASTA ELFIN. Tú que NOS entregas la ESPADA para el glorioso COMBATE DE ESTA GUERRASAGRADA QUE AUN NO TERMINA. SALVE.

Una tarde, en el crepúsculo de este viejo navío llamado VALPARAISO, LLEGO A BABOR EL AGUILA DORADA SOSTENIENDO, EN SUS FAUCES, UN BROTE DE LAUREL FLORECIDO. Entonces afiné mi vieja LIRA en DORICO después de tantos milenios y compuse Loas a tu Canto, al modo más antiguo en HONOR A TU COMBATE. Entonces te embarcas conmigo y seguimos combatiendo y navegando con nuestras AMADAS ETERNAS, EN NUESTROS CORAZONES NOBLES DE GUERREROS CHILENOS, INVENCIBLES, COMO HORRIDOS FULGORES, AL IGUAL QUE LOS ESCUDOS DE TROYANOS Y AQUIVOS, DE GUERREROS BERSECOS TAMBIEN.

EN ESTA HERMOSA GUERRA, ESTE TU BATALLON, SEGUIRA CONTIGO TRASCENDIENDO ETERNIDADES HASTA ALCANZAR LA VICTORIA FINAL Y DEFINITIVA.

HEIL HITLER, SIEG HEIL, GRAN CAMARADA.

ACB
(Palabras dedicadas a Don Miguel al cumplir sus 88 años)

Don Miguel:

Era por allá a inicios de los años 70, en tiempos convulsos pero a la vez más esperanzados para nuestra patria, cuando lo escuché por primera vez. Conocía ya, parcialmente, su obra; había leído Quién llama en los Hielos y entreveía, allí, un Mysterio que no osábamos confesarnos a nosotros mismos; sentía, también, mi alma “quemada por los hielos”, y me había quedado la poderosa sugestión de un destino polar.

Conocía su obra, no tanto por la crítica, o por la historia literaria chilena, sino, sobre todo, por un pequeño libro, un libro de esos que, por un azar o una providencia extrañas, parecen destinados únicamente a dar a conocer, a otros, otros nombres: La Revolución que Chile espera se llamaba esa obrita y su autor era Héctor Sepúlveda Villanueva, desaparecido hace ya mucho tiempo. Allí supe de su significación y de su trayectoria, y supe que habría que leer un día esa Nueva Edad publicada en los años prohibidos.

Entonces, de algún modo misterioso, en medio de esos tiempos convulsos, apareció en Chile y lo pude ver y escuchar, en su presencia corpórea. Hablo pues –nada menos- de Nietzsche y el Eterno Retorno. ¡Qué sugestiones, qué intuiciones que se veían confirmadas por esa exposición! He aquí que la ronda eterna, en la interpretación del que hablaba, tenía una salida; que en el círculo sin fin era posible la actualización de las potencialidades una vez manifestadas; que aquello que había quedado incompleto o truncado en el aion anterior sería plenamente realizado: Nietzsche no perdería la razón y reencontraría a su Ariadna; Montségur no sería conquistada, las derrotas se trasmutarían en victorias...

Pero, como en un sueño, aquel que había hablado se alejaba, inasible. ¿Es que se le podía dejar ir? A riesgo de que se desvaneciera como en un encantamiento cuyo tiempo ha pasado, pude encontrarlo y verlo por segunda vez. Hablamos largamente. Lo acompañé a cierto sitio al que se dirigía y allí nos despedimos. Al separarnos me dijo: “nos volveremos a encontrar”. Sí; nos volveríamos a encontrar, pero, ¿cuándo? Las palabras parecían indicar que sería en otra ronda que tendría lugar el reencuentro. Hecho realidad en este mundo por un momento, parecía que él volvía, de nuevo y para siempre, al reino misterioso e inasequible al que en verdad pertenecía.

Sin embargo, nos hemos vuelto a encontrar. No ha sido necesario esperar tanto tiempo, y la patria nos reunió. He tenido el privilegio de estar a su lado, o seguirlo, en las batallas que había que dar, aquí y ahora. Otras rondas seguirán y los encuentros se repetirán. Pero lo que era libro, y magia, y ensueño, se trasmutó en la realidad de una amistad que ha permanecido y permanecerá.


ERR
(Palabras dedicadas a Don Miguel al cumplir sus 88 años)

Don Miguel,

El veloz paso del tiempo intenta diluir los recuerdos de aquellos instantes de nuestro pasado en lo que fuerzas muy intensas actuaron sobre nuestra conciencia saturándonos genéticamente con potencias profundas y transformadoras que operan en nosotros en una transfiguración real, en la que la percepción que tenemos de nuestra individualidad se adapta a una visión más intensa, más precisa en la realidad. Nos es menos cierto que la revelación de los rasgos es una esencialidad despojada de los velos de una conciencia minorizada, actúa contra los factores entrópicos, manteniendo vigentes las radiaciones desencadenadas por los actos que abrieron las compuertas de la conciencia. Así, ahora todos los hechos que se han ido desgranando en esos encuentros con Vd. Maestro, a lo largo de estos últimos años, se mantienen con una presencia constante, traspasando un presente que se integra en las fuertes vibraciones emitidas desde un tiempo no caducado, que ya no puede incluirse en aquello que llamamos pasado, porque está pasando constantemente, cíclicamente. Pasa mientras pasó, aunque de nuevo pueda estar pasando y pasará… a pesar de que ya pasó.

Tal es la huella, Maestro, con la que cada día, aquel Don Miguel admirado, imprime sobre nuestro camino el sentido y el objetivo del mismo. De Él Mismo. Caminamos sobre la interminable pradera de los deseos, pero el soplo de nuestro Guía, abre paso entre las altas hierbas al Viento del Avatara, mostrando el surco formado por los tallos que se inclinan ante Aquel que puede ver el único fin de nuestro anhelo.

No dude, Maestro, que los frutos de su presencia germinan y maduran en nosotros con la lentitud que impone la Naturaleza en sus Leyes, pero con la seguridad y la firmeza con la que los capos cuidados y amados crecen. La labor no se pierde y la tierra agradece la azada que le priva el crecimiento de las especies no deseadas.

Hemos tenido, la inmensa suerte de compartir breves, aunque para nosotros extensos e inagotables, momentos de su vida. Todos ellos distintos, cargados de significaciones y enseñanzas valiosísimas. Esos tiempos brillantes en los que hemos bebido en el vaso de una experiencia superior, nos afianzan en todo aquello que en su presencia, Maestro, se nos revela, aunque la sed de la Totalidad actúe en nosotros con demasiada urgencia causando torpezas y atropellos motivados solo por el sentimiento de alcanzar lo más Alto… con demasiada prisa. Piense, Don Miguel, que nos tiene y nos tendrá a su lado, quizás porque siempre ya estuvimos allí.

KO
(Palabras dedicadas a Don Miguel al cumplir sus 88 años)

Estimado Maestro,

En este día, en que el Laurus nobilis en su máxima floración e inextinguible fulgor centelleante, corona con el supremo realce de la gloria la frente incólume del excelso bardo de la Minne, acariciando sus blancas sienes donde la bella Calíope y la amable Erato rozaban sus mejillas susurrando con voces quedas, imperecederas y sutiles la cautivadora melodía secreta de la áurea lira de Febo, que eleva las almas de los hombres notables hasta el sagrado lagar donde los poetas escancian el aurum potabile de la inmortalidad, dotándolo a usted de una visión magnífica, liberadora y sagradamente sobrecogedora que se ha erigido como el emblema cautivante de nuestra lucha eterna, el leitmotiv de la ópera universal, la sacra nota que vibra en todo cuanto es eterno y divino.

En este día, cuando “Al cap des set cent ans verdegeo el laurel”, el espíritu superior colmado hasta el éxtasis de la visión beatífica de la belleza, de aquella visión transfiguradora, cumple 88 mágicos años en ésta ronda, trayéndonos la Luz de la Revelación en medio de las tinieblas provenientes de las tenebrosas fauces del lobo, alzo mis brazos hacia el firmamento y como decía aquel viejo compañero encerrado en su torre —antes que la mañana lo ilumine y antes que la vida arda al mediodía— , descienda ante usted toda la Gloria que su alma reviste y sea ungido con el suave bálsamo imperecedero de a-mor siéndoles revelados una vez más los silenciosos nombres de los Dioses presentes junto a los que usted morará hasta el día de la lucha final.

Heil Don Miguel, Heil Gran Poeta!
Sieg Heil!

Raymond von Thrudheim
(Palabras dedicadas a Don Miguel al cumplir sus 88 años)

Al Maestro

Vuestras palabras fueron lágrimas de oro
en la tierra sedienta y atrapada
glorioso despertar primero de los ojos subyugados
y el alma exhorto a la carne
y en mi pecho yo blandí la espada
ah; respirar profundo de mi estirpe y de mi karma
y las esperanzas rotas; somnolientas y apagadas
fueron suspiros etéreos que en los vientos desplegaron alas
y volaron a inexplorados infinitos
con los brillos nuevos de la quimera sofocada
y en el rocío fresco sobre pétalos de nácar
empape el corazón moribundo
de nobleza y de esperanza.

Vuestras palabras fueron azules filigranas
Amaneceres de anhelos desconocidos
Antiguas centellas y prístina nostalgia
Puertas a otros mundos
Y los latidos de mi alma

Beowulf
(Palabras dedicadas a Don Miguel al cumplir sus 88 años)

Don Miguel:

Ahora me entero que el camino se encontraba revelado por el inspirado Poeta…Y yo, que peregrinaba aferrada a mis sueños en búsqueda de una pizca de verdad en compañía de la soledad. Juntas emprendimos un largo viaje cruzando las profundidades de los océanos y cumbres de nevadas montañas. Con ayuda de la imaginación, conocimos mundos tan distintos, tan lejanos… pero a los cuales, no pretendíamos pertenecer.

No me había percatado que en mis propias tierras habitaba un gran Mago, cuyas sublimes palabras dejaron caer el velo que cubría mi rostro, entonces pude observar que mi pequeño mundo no era más que un puñado de su poesía. Más tarde, mientras una cálida brizna otoñal acariciaba amablemente nuestros rostros, presencié al Hombre disfrutando las delicias de un tabaco de exóticas hojas, que luego compartiría conmigo, como también, el curioso secreto de un óptimo fumar.

En este arduo andar se cruzaron por mi sendero el Poeta, quien desde su impoluta pluma dejaría salir la tinta que otorgaría vida al Mito; el Mago, de quien quisiera aprender a dar grandes zancadas desde las copas de los gigantes árboles de nuestro sur indómito… hasta poder alcanzar el descanso en el cálido regazo de una luna menguante navegando sutilmente sobre un piélago de estrellas; y el Hombre, de quien recordaré su tranquila y distante mirada, convirtiendo la ceremonia de una cándida fumada, en una grata celebración cada vez que mis labios húmedos sientan el tibio sabor de un buen tabaco.

Ahora, caminaré descalza en compañía de una Revelación y juntas emprenderemos un nuevo viaje con algo más que un poco de imaginación.

Acepte mis palabras sinceras,
Heil Querido Poeta!

Octaviana Veneris
(Palabras dedicadas al cumplir Don Miguel sus 88 años)

LA CEREMONIA INEXISTENTE

“Y entonces tú saltarás a esa flor y te quedarás
en ella. Parece difícil; pero es el resultado
del trabajo, de la espera de tu vida, en
especial de tus bodas (…) esa flor en la que
tú entras, es el fruto final de tu alma, es tu
última creación”.

Miguel Serrano Las Visitas de la Reina de Saba.

Ha de quedar registro de lo que ocurrió tras un velo*, ocultos al resto de los paseantes, extemporáneos, colgábamos de un apéndice de la historia. En aquella cápsula sin tiempo, suspendidos sobre una roca del cerro Huelén, torre y abismo, nadie puede asegurar que estuvo ahí… Celebrábamos la sublimación volátil de un espíritu que se construyó enorme e hizo allí su aparición como un manto. Miguel Serrano se encargó de llevar a ese innombrable y el resto espectaba el suceso. No hubo fenómeno natural que nos distrajese de esta creación humana, obra y ser conformados como un poderoso mito con pies de hielo. ¿Dónde estuvo el homenajeado a quién se agasajó y coronó como a un héroe retocado por la leyenda? Ciertamente no estuvo ahí. Su inasible épica se transfigura en los que lo continúan, pero el canto ya no es el mismo.

La ceremonia fue delicadamente creada, pieza a pieza, como un alma y fue el resumen de todo, un recuento hermoso y dolido. El poeta laureado, blanco e imperturbable se remitía a brillar, no es exagerado afirmar que emitía luz y su nombre para él ya perdía sentido. Los asistentes formábamos un corro de herejes venerando a dioses perdidos o enterrados, se invocó a Apolo, se cantaron himnos órficos y se pidió por la furiosa venida de Kalki. La primera estrella de la tarde se adelantó en brillar y la gaita se llenaba del aire de un guerrero bárbaro. El saludo a los césares con el brazo en alto después del sonido de los címbalos… y colgábamos del cerro. Las huestes desarticuladas bajaban los brazos, todos sabíamos de que se estaba hablando pero en la guerra de símbolos, a la que nos llamó este hombre, sólo pueden luchar unos pocos.

Previa enumeración de algunos “nombres mágicos” del homenajeado -guerrero trovador, cantor de la Minne, Hermod, peregrino de la gran ansia, vigilante de la aurora, revelador del mito, poeta y mago- y en nombre del Último Avatara y de la Patria Mística, se dio inicio a un ritual extraído de la historia oculta de los pueblos “arios pre-cristianos”. Sonó un cuerno de caza, se encendieron cirios, se escucharon campanas. Tres jóvenes formadas como sacerdotisas oficiaron la ceremonia ataviadas con los colores de las bodas alquímicas: blanco, negro y rojo, portaban objetos simbólicos, representaban a los elementos. Una niña de siete años vestida de griega repite unos versos que escribiera y luego olvidara Jorge Teillier, “Qué historia es esta” era su título y ¿Qué historia es? Luego el texto “El laurel” de Friedrich Hölderlin leído en español por el “narrador”, encargado de condensar en un pergamino y gritar al viento las claves de lo que enseñara el maestro y que muchos han tardado en descubrir. Se trata de un romántico decimonónico que, a la usanza antigua, habla de un poeta que renuncia a todo hasta realizar una “obra de hombre”, hasta conquistar el primer laurel.

Las mujeres hacen una representación oral de Las visitas de la Reina de Saba, un texto alegórico de la peregrinación, búsqueda y hallazgos de Serrano. Esta historia visionaria, escrita hace más de cuarenta años, es tan exacta a la proyección y concreción de la existencia de su autor, que conmueve a los asistentes. Poderoso como un texto bíblico, este mito fundacional se encuentra en los cimientos de la religión que propone este escritor. ¿Ilusos o iluminados? Miguel Serrano nos ha hecho partícipes de esta epopeya, compartimos una celda colmada de mitos, símbolos y leyendas áureas porque su obra tiene sentido. En tal ocasión se leyó una carta enviada por el poeta Armando Uribe, miembro de su generación que afirmaba: “Mientras se lee un libro de este poeta de la prosa, sus razonamientos del otro mundo, con perfecta sintaxis racional para expresar lo que sería indecible por todo otro escritor, convencen al lector de tal manera que éste se hace habitante del mundo impar de Miguel Serrano, natural de su planeta”. Uribe cerraba su epístola dictando que “al celebrar su paso firme por el tiempo, se rinde un acto de justicia humano y poético”… eso es lo que los asistentes secretamente sentíamos, con la impotencia de saber que nada de lo que se hiciese sería suficiente.

Constantina

* Homenaje a Don Miguel laureado al cumplir 88 años.

jueves, 15 de abril de 2010

MIGUEL SERRANO: LA LARGA VIDA DE UNA SAGA

El pasado 28 de febrero amaneció nublado, lluvioso. Los relámpagos cortaban el día, rugiendo desde los dominios estelares e intentando aterrar con iras divinas a los hombres que, desde hace muchas centurias, ya no les temen. Una postal inusual, insólita; inesperada en el Santiago de pleno verano.

Fue un hermoso día, sin embargo, para que don Miguel Serrano Fernández se marchara y dejara la patria por la que tanto soñó y luchó, convencido férreamente en su ideario. Él siempre creyó en las sincronías. Un día veraniego pero con lluvia y rayos cayendo del cielo, cual tormenta de golpes iracundos del martillo de Thor, usando la bóveda celeste como yunque.

Serrano vivió siempre en la excepción, en la disidencia, en la rebeldía: en lo que no debe ser, pero es. Remó contra todo y contra todos, sin escatimar en las consecuencias que le traería esto a su carrera, a su prestigio o a su reconocimiento en el mundo de las letras, valorado sólo por un puñado de leales escritores y colegas de oficio. También amó como sólo él podía a nuestra ciudad, nuestro Santiago del Nuevo Extremo: sus rincones y esquinas, esas que vivía transitando y recorriendo como si fuese su primera vez en ella:

"Siento nostalgia todos los días -declaró una vez, entrevistado por el portal Nuestro.cl-. Pero todavía existe el Santiago secreto, los cités, los viejos barrios, Avenida Matta, Mapocho. En todas partes hay secretos lugares, secretas plazas. A pesar de los rascacielos. El barrio Concha y Toro, Valparaíso. La calle Carmen, la calle Marcoleta. El cerro Santa Lucía... Siento nostalgia de las conversaciones en los bares hasta el amanecer, del sentido de la amistad".

Los mismos que ayudaron a esconder bajo la alfombra de la biblioteca a las horrorosas odas de Pablo Neruda para los crímenes de Stalin, o que tendieron mantos de seda opaca sobre los incendiarios discursos de Volodia Teiteilboim justificando con fanatismo las masacres de la tiranía bolchevique, jamás le perdonaron a Serrano sus filiaciones políticas "políticamente incorrectas", sin embargo. Prefirieron presentarlo como el nazi chiflado, asiéndose de uno que otro antojo para sostener el anatema que, en realidad, sólo buscó deslegitimarlo ante la posibilidad de cualquier premiación o reconocimiento a su trabajo.

Serrano se fue, así, ajeno a los premios, pero no al afecto de quienes le conocieron. Me sorprendió gratamente la diversidad de los asistentes a su último adiós: intelectuales, artistas, músicos, poetas y, por su puesto, su círculo de camaradas. Su muerte, acaso, llamó a tanta homogeneidad como la que tuvo también alrededor de su vida, aunque algunos consideren esto incomprensible, cegados por los prejuicios en torno a su persona.


¿QUIÉN FUE EL VERDADERO MIGUEL SERRANO?

Don Miguel Serrano Fernández falleció en la mañana del sábado 28 de febrero de 2009, producto de un derrame cerebral. Sus restos yacen sepultados en el Cementerio General de la ciudad de Santiago; la misma urbe que le vio nacer, partir, volver y morir.

Muchos neuróticos e histéricos preferirán recordarlo siempre como un rabioso nazi, antisemita y racista. Unos por simpatía a la causa; otros, por desprecio a la misma. Fanatismos, finalmente, que por sí solos nunca dejarán darle la lectura real a uno de los más grandes escritores nacionales, que se condenara a sí mismo con sus dogmas, sus convicciones, sus luchas, quizás, pero también con su consecuencia a toda prueba, sus convencimientos profundos y su sentido radical de la honestidad de pensamiento. "La lealtad -su gran virtud- fue también su gran defecto", escribió Warnken en su hermoso homenaje a Serrano, publicado en "El Mercurio" del 3 de marzo.

Por supuesto, la mejor parte de su obra escrita correrá el riesgo de ser sólo superficialmente estudiada, en la alimentación permanente del anatema que también pesó sobre Pound y Evola, sus amigos, sus camaradas. El intento demonizador tendrá el acento en su individualidad, en el retrato del monstruo que algunos usan para esconder la trascendencia de las letras "condenadas". No es caso nuevo: Para negarle el premio a María Luisa Bombal, hubo que hacer énfasis en sus vicios de copas. Para no dárselo a Lafourcade, lo acusaron de "poco serio". Huidobro era demasiado joven y se le presumepacto con el Diablo; Teillier también era caído al frasco. Y Serrano, bueno, no cuesta nada: era nazi, con eso basta, porque el Nacional de Literatura se ha vuelto un reflejo de la buena conducta política cuando se trata de enaltecer a la camarilla de escaso aporte a las letras o, a la inversa, hacerle vista gorda al comprometedor currículo extraliterario de los premiados. Es, por lo tanto, chivo expiatorio para apartar a todos los autores que incomoden, como Serrano.

Unos dirán que fue anciano loco atrapado en fantasías vetustas; el mismo "loco" que, sin embargo, sin tener que elevabar su pausada voz en los restaurantes del barrio, acaparaba la atención voluntaria de todos los que estaban presentes, hipnotizados por la cantidad de conocimientos, por su cultura, por la vastedad de su lenguaje, por la racionalidad de sus juicios. Otros no le dejarán pasar jamás sus afirmaciones racistas, recordando frases contra judíos, negros o indios... Y nunca sabrán lo que sucedía en su casa, cuando recibía cordialmente a muchachos de origen judío que le visitaban buscando información u orientación; o cuando hacía apología de la raza mapuche, considerándola bastión forjador de nuestra chilenidad, activa en nuestro mestizaje nacional. Ni siquiera el caluroso reconocimiento que hiciera a la calidad de autores de origen judío, como Paul Rée, Gustav Meyrick o Stefan Zweig, ni la amistad que mantuvo con Volodia Teiteilboim hasta su muerte, le librarán del dramatismo absolutista de la cita a alguna de las varias líneas de texto más polémicas que pudo haber escrito.

Por mi parte, le recordaré por siempre allí en Lastarria o Victoria Subercaseaux, caminando con su gorrito de ala, mientras los perros callejeros le hacían fiesta como si se tratara de su dueño. De hecho, el único premio oficial que pudo recibir por su obra fue un sencillo reconocimiento que se le entregó tras publicar un hermoso escrito para uno de sus perros, al morir éste. Atesoró este sencillo premio como un testimonio de su amor por los animales.

O puedo recordarlo también, bebiendo una copita de ese licor digestivo, el "Araucano", que tanto disfrutaba, siempre convidando a sus visitas a degustarlo, en su salón verde lleno de símbolos, banderas, retratos y una hermosa espada
Excalibur colgando del muro. Un hombre octogenario que nunca se sintió incómodo entre sus jóvenes amigos y admiradores, allí en el "Gatopardo", o en el café literario "Mosqueto", de Cristián Warnken, donde hubo un tiempo en que los curiosos podían encontrarlo casi a diario. Tuve el privilegio de conocerle en persona a fin de cuentas, por azares, símbolos, paradojas o lo que sea que la gran voluntad dispuso. De conocer también sus tendencias nictófilas en un conocido restaurante "Lili Marleen", de Providencia, donde las charlas se extendían hasta la madrugada. Alguno de los comensales cercanos nos ofreció volver a llevarnos al Centro, donde vivíamos la mayoría de nosotros, en el mismo barrio, en una oportunidad. Allí, dentro del pequeño automóvil, don Miguel venía alegre y risueño como uno más entre los apretados acompañantes, celebrando la cara de sorpresa con que los transeúntes que lograban reconocerlo entre bultos, chascas, y posiciones acrobáticas dentro del vehículo en movimiento.

Nos resulta claro que Serrano se ganó un lugar honorable en las artes nacionales, más allá de lo que pretendan los muchos enanos que irán a ladrarle a su tumba, desde que ésta aún estaba tibia; pero también nos es claro que dicho sitial le fue negado por toda su existencia. Como sucedió con Pound, tal vez tendrá que transcurrir mucho tiempo para aceptar que los genios de la literatura no tienen la obligación de pensar al encanto del paladar de nosotros que, apenas, somos sus lectores... Apenas lectores.


Criss Salazar

(http://urbatorium.blogspot.com/2009/03/miguel-serrano-cuando-la-vida-es-una.html)